Siempre he sido un espíritu silencioso, pero cualquiera puede adivinar cómo me siento en cada momento. Al ser la hija del fantasma sin rostro, quizá no pueda expresar mis sentimientos con la mirada, pero mis emociones quedan siempre reflejadas en el color de mi piel. Así que todos los fantasmas pueden detectar al instante cualquier cambio en mi estado de ánimo.
Esta chuleta sirve para interpretar mi colorida personalidad.
Morado: este es mi tono de la vergüenza. Soy bastante tímida, así que suelo volverme morada cuando me hacen cumplidos o cuando se me aparece un fantasma espectracular como Porter.
Naranja: si me siento eufórica o tengo ganas de que algo se materialice, me vuelvo anaranjada.
Rosa: un día espectracular, una canción divina de la muerte o un cachorro fantasma... cualquier cosa que me alegre el espíritu hace que mi piel adquiera un precioso color rosa.
Gris: este tono espeluznante aparece cuando estoy preocupada por algo. ¡Espero que no dure mucho!
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